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Se acercan las fiestas navideñas y es el momento perfecto para ir pensando en regalos especiales. Si queréis sorprender a algún familiar o amigo, sólo tenéis que aventuraros en la idea de pintar una taza personalizada. Con los rotuladores Posca todo esto es posible y, además, disfrutarás de todo el proceso.

A continuación, os vamos a dar unas pautas muy sencillas para que esta experiencia sea inolvidable. Además, ¡el resultado de la taza os va a dejar con la boca abierta!

Distintos tamaños de puntas de los rotuladores Posca

Los rotuladores Posca ofrecen una amplia variedad de medidas de las puntas. Desde los más finos (0,7 mm) para perfilar y delinear, hasta los más gruesos (15 mm) para realizar trazos más gordos o rellenar espacios en blanco.

Ahora sólo tenéis que decidir que tipo de dibujo es el que queréis hacer, si perfilado o a trozos gruesos, y escoger entre toda la gama cromática que ofrece Posca.

Cómo se usan los rotuladores sobre las superficies

Los rotuladores Posca tienen un funcionamiento muy sencillo. Lo primero de todo es agitarlos bien para mover la pintura. Una vez realizado este paso, se presiona sobre la superficie a pintar hasta que la punta se hunda y salga la pintura.

Os recomendamos que la superficie de la taza sea porosa para que el resultado final sea permanente una vez se halla fijado en el horno. En este caso, es posible que los colores después del horneado bajen de intensidad, debido a que la superficie porosa absorbe más pintura.

En caso de que la taza sea satinada, también puede pintarse, pero el resultado no será permanente. Si te equivocas cuando estés dibujando, sólo hay que humedecer un algodón con agua y la tinta se va sin necesidad de frotar. Para que el resultado sea más duradero, aún así no permanente, puedes utilizar un espray fijador.

Una vez escogida la taza a pintar, sólo hay que dejar correr la imaginación y ponerse manos a la obra para la creación del dibujo.

Comportamiento y resistencia de la tinta

La pintura de los rotuladores Posca se seca en menos de un minuto lo que permite seguir dibujando sin que la pintura se corra.

El último paso para acabar la creación es fijar la pintura. En el caso de las superficies porosas, tendréis que meter la taza de porcelana en el horno durante 45 minutos a 120ºC. Para las superficies satinadas, se recomienda un espray fijador para alargar la vida del dibujo.

Posca recomienda lavar la taza a mano y con agua fría para evitar que con el tiempo la pintura salte de la taza. Sobretodo evitar el lavavajillas.

Estos rotuladores se utilizan para muchísimas superficies. Esta vez os hemos hablado de cómo pintar porcelana pero en los siguientes post os hablaremos de otras superficies para que comprobéis la versatilidad de estos rotuladores.

Vicent Van Gogh es un pintor prolífico ya que en tan sólo 10 años de carrera, llegó a pintar alrededor de 900 cuadros (27 de ellos autorretratos); 1.600 dibujos y escribió 800 cartas, 650 de ellas a su hermano Theo. El trazo de su dibujo en toda su obra es una de señas principales, un trazo nervioso, sinuoso e inquietante.

Van Gogh es considerado el pintor holandés más importante del post impresionismo.

El trazo de su dibujo en el comienzo de su obra

La obra de Van Gogh se inicia con una pintura de tonos oscuros y de profunda humanidad. Más adelante tuvo contacto con otros artistas impresionistas (Émile Bernard y Toulouse Lautrec) y el arte japonés, entonces su pintura se volvió más clara y transparente.

Cuando se mudó a la Provenza, realizó numerosos paisajes e interiores, donde resalta una pincelada sinuosa, como el cuadro “El campo de trigo amarillo”, y multitud de retratos, donde la muestra más significativa es “Autorretrato” con la oreja cortada.

A la edad de treinta y tres años, Vincent, con su hermano Theo, se fue a vivir a París. En esa ciudad, visitó todos los museos y entabló relación con varios pintores de la época. Así pudo ampliar sus conocimientos pictóricos, lo que se reflejó en una perfección de su técnica.

Fue en esta etapa cuando empezó a utilizar un trazo grueso y vigoroso, añadiendo en sus pinceladas puntos, rayas y pequeños cuadros y, sobre todo, adoptó los colores puros. El paisaje con colores vivos le cautivó, y realizó del mismo unos doscientos cuadros muy hermosos, incluidos “Los Girasoles” y la “La noche estrellada”.

El trazo de su dibujo al final de su etapa

Cuando definitivamente optó por trasladarse a vivir al sur de Francia, se quedó deslumbrado resplandor del sol en los campos dorados, el intenso azul del cielo y el brillo de las estrellas durante la noche. Esto le hizo recordar que en un pasado fue un niño lleno de vitalidad y todo este sentimiento se reflejó en sus pinturas posteriores.

Sus pinceladas fueron cada vez más vigorosas transmitiendo la sensación que los objetos plasmados tenían movimiento propio, como si estuvieran animados por emociones. Su paleta se fue ampliando con colores más vivos, y en ella empezó a mezclar el verde con el rojo, el violeta con el amarillo, el azul con el naranja. Su colorido guardaba poca relación con la realidad, pero era su propia creación.

Van Gogh volcó toda su vida en una obra pictórica que después de muerto le daría el reconocimiento merecido.

Van Gogh, un pintor incomprendido

Las tendencias autodestructivas hacia su persona y un carácter introvertido llevaron a Van Gogh al borde de la locura en las últimas etapas de su vida. Su único y verdadero amigo fue su hermano Theo.

Parece que Van Gogh empezó a encontrar la luz al final del túnel durante su última etapa como pintor en el sur de Francia, en la que los campos de Arles le proporcionaron un espíritu más constructivo.

Aún así, el pintor pensaba que la marginación era una condición para alcanzar la grandeza artística. De hecho su experiencia encerrado en su propio mundo le proporcionó un estilo ágil y violento, con una personalidad arrebatadora y exagerada. En su obra buscaba todo lo contrario al camino marcado durante toda su vida.