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Hace demasiado tiempo que tuvimos 15 años y lo más probable es que ya no recordemos cómo éramos nosotros en esa época. La edad de maternidad y paternidad se retrasa cada vez más en las sociedades occidentales y eso conlleva que cuando nuestros hijos llegan a esas edades, nosotros, llevamos más tiempo siendo adultos que siendo niños. No cabe duda de que se trata de una de las etapas más complicadas del ser humano y se complica todavía más si analizamos la sociedad de consumo en la que nos movemos y el acceso fácil y rápido a la información. Esto ha provocado que se adelante su inicio y se retrase su fin. Analizamos de qué manera podemos afrontar los padres la adolescencia de nuestros hijos.

 

¿Qué significa ser adolescente?

 

La adolescencia es una etapa emocional del ser humano, un puente entre la edad infantil y la edad adulta. Son los años en los que las personas acabamos de darle forma a nuestro carácter y nos convertimos en el adulto que seremos en el futuro.

 

Hace algunas décadas la adolescencia coincidía con la pubertad, que es un estado físico por el que pasamos todas personas. El cuerpo del niño se desarrolla a partir del momento en la que el cerebro libera una hormona que inicia estos cambios (el físico deja de ser el de un niño y se asemeja al de un adulto, un ejemplo es el crecimiento de vello púbico).

 

Como decíamos, estos cambios físicos coincidían en el tiempo con los cambios emocionales, pero en la era de la información y más recientemente con el auge de internet y de las redes sociales, los niños acceden a todo tipo de información a edades más tempranas. Esto provoca estímulos externos y hace que crezcan más rápido a nivel emocional, pierden antes su inocencia, aunque también llegan más tarde a la edad adulta, aunque parezca una contrariedad.

 

Ser adolescente es:

 

  • Querer ser más independiente (ya no se depende tanto de los padres).
  • Preocuparse por la opinión que los demás tienen sobre nosotros.
  • Querer encajar y se aceptados por un grupo de iguales con el que sentirse identificado.
  • Buscar también un estilo con el que sentirse identificados: A nivel musical, de forma de vestir, etc.
  • Rechazar las responsabilidades y las imposiciones por parte de los adultos.

 

¿Cómo debemos afrontar la adolescencia de nuestros hijos?

 

  1. Sentar una buena base. Para ello es imprescindible empezar a trabajar con ellos de pequeños, estableciendo límites y enfocando comportamientos. Así luego será más fácil tratar con su “rebeldía” adolescente.
  2. Descargarse de responsabilidad. Igual que los límites debieron establecerse hace tiempo, no debemos fustigarnos porque con la llegada de la adolescencia veamos tambalearse esos pilares. Si la base es buena no van a caerse y es absolutamente normal que nuestros hijos se rebelen y tengan comportamientos contestatarios. Es difícil lidiar con ellos, pero nos demuestra algo bueno: Y es que nuestros hijos se están comportando como la mayoría y no tienen ningún problema emocional.
  3. Comunicación. Es clave y algo que indisolublemente va ligado al primer punto. Se debe trabajar la comunicación y la confianza desde bien pequeños, para que con la llegada de la adolescencia ese aislamiento voluntario no sea tan abismal. Aunque ya no son niños, tampoco son adultos, se debe tener muy claro para ser firmes en los límites establecidos (hora de llegada a casa, obligaciones y deberes a nivel de estudios y de colaboración en casa).
  4. Empatía. Es imprescindible ponernos en su lugar para entender sus reacciones y comportamiento. Decíamos al inicio que la mayoría de las veces no recordamos cómo nos comportábamos cuando teníamos 15 años. Por eso es importante hacer un esfuerzo por recordar para poder entender.
  5. Todo pasa. Como en el resto de aspectos de la vida, algo que ahora puede parecernos grave, al final termina pasando. La vida es avanzar y no podemos detenernos, los baches deben superarse y aunque lo veamos como algo lejano, acabaremos recuperando la buena relación con nuestros hijos.