Las matemáticas han sido tradicionalmente uno de los “huesos” a los que se han enfrentado los alumnos a largo de las décadas en tiempos modernos. Lo más probable es que sea una de las asignaturas más “odiadas”, pero ¿se trata de una mala fama adquirida o realmente a los niños no les gustan las matemáticas? Según el matemático John Mighton “el problema con las matemáticas no es de los niños, sino de cómo se enseña”.
Sin embargo, otro matemático, Diego Alonso Cánovas, dice que ese “odio” obedece a varios factores empezando por la dificultad de esta disciplina en comparación objetiva con otras como las ciencias sociales o la ortografía. Apunta que “desde el punto de vista psicológico, el cerebro necesita adoptar una actitud mucho más activa para comprender un razonamiento y un discurso argumentativo que uno narrativo”. A esto se suman razones biológicas, ya que la capacidad de niños y adolescentes para comprender operaciones abstractas no se desarrolla por completo hasta los 20 años de edad.
¿Cómo se despierta interés por una asignatura que de entrada será más difícil que el resto?
Aquí juega un papel crucial la motivación, como decía Mighton, la enseñanza de esta asignatura es deficiente y es importante cambiar los métodos de aprendizaje para que resulte interesante para los más pequeños. Cánovas también coincide en que la forma en la que se enseñan las matemáticas en nuestro país no es la más adecuada. Los peques no encuentran relación entre lo que se les está explicando con su aplicación en su vida real, en el exterior.
Cánovas propone varios métodos para conseguir despertar ese interés:
- Potenciar el pensamiento divergente y la creatividad.
- Enseñar a los niños a resolver problemas, pero también a plantearlos.
- Mejorar la formación de los maestros para que puedan transmitir sus conocimientos de la forma más adecuada.
- Transmitir un aprendizaje demostrativo y no memorístico: razonar y deducir.
Y los padres, ¿pueden aportar su granito de arena?
El papel de la familia también es muy importante para que el niñ@ demuestre interés por las matemáticas. Se trata de un “plus” para alcanzar el objetivo final y es que los alumnos tengan ganas de aprender matemáticas y de saber cómo se resuelven muchos de los problemas que existen hoy en día en un mundo dominado por la tecnología y las estadísticas. Os dejamos un listado de tips para despertar el interés matemático de los más pequeños:
- Actitud positiva. Trasladar emoción a los más pequeños por aprender a resolver los problemas y demostrarles que, aunque se equivoquen deben seguir intentándolo hasta que lo consigan. Debemos convencerlos de que alcanzarán su objetivo y jamás decir delante de ellos que de pequeños “odiábamos” las matemáticas
- Plantear los problemas como juegos. Una manera divertida y amena de ayudar a resolver los problemas de matemáticas es proponerles que son un juego, por el que pueden conseguir puntos.
- Trasladar los problemas a la vida diaria. Intentar comparar los problemas matemáticos con casos reales y que les sean cercanos para que puedan implicarse y encontrarle sentido al hecho de tener que solucionar ese ejercicio. También es una buena idea pedirles que nos ayuden a pesar los alimentos, a calcular el precio de la compra en el supermercado o a calcular a qué hora llegaremos a nuestro destino cuando se viaje en coche o transporte público.
- Enseñarles ajedrez. Se trata de un juego que es pura lógica y pensamiento analítico, perfecto para desarrollar las capacidades matemáticas de los más pequeños y enseñarles a concentrarse.